me perdí en mi miedo solemne adjunto al ego.
Tras un atardecer eterno,
logré soltarte, al mismo tiempo que las lágrimas amargas rodaron
a través de mi cuerpo.
Ese cuerpo desnudo e inverosímil,
que perdió la fe.
Que perdió la fe de si mismo,
y comenzó a escuchar los murmullos de los demás.
Arrepentida de la pérdida,
se ausento el sueño y la ilusión de un ser que ya no está aquí.
No sé cuando dejaste de existir en mí,
sólo sé que te siento y te tengo aquí.
Intangible, pero existible,
deseable pero a la vez indeseable.
Era tan hermoso pensar en tí,
contar las horas de tu llegada.
Acariciarte a través de mí,
sin perder la FE de que mi error no trascendería en ti.
Te perdí,
y a la vez te tengo aquí.
Te amo, te alabo, te adoro.
Me escuchas, me has perdonado, nos cuidas.
Aunque yo no haya querido nunca
que tu estuvieras aquí.
1 comentario:
Me encantó!
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