El gato...

El gato se deslizaba entre las calles
sigiloso y silencioso, enterado de tantas historías como para publicar un libro de chismes de aquella ciudad, todo comenzaba desde que nació él y de donde provino para querer escapar de las ataduras de aquel dueño quien pretendía hacer con él unas cuerdas de violin y así hacer felices a muchas personas, sin importar si él lo era,
tanta memoría, tantos lugares que visitó y claramente pudo haber sido un hombre en cualquier reencarnación anterior a su vida de gato, ya que sabía muy bien como actúar ante cualquier cosa, se deslizaba entre el cuerpo de aquella mujer, quien todas las noches palidecía cuando miraba el cuerpo de aquel hombre quien la tomaba entre sus brazos y la hacía suya, todo comenzaba como un juego y terminaba en un tiempo inmortal lleno de placer y obviedad que conllevaba a la felicidad momentánea.

Despues se íba lejos de aquel lugar, y el gato la miraba llorar como víl puta, sin nada más que un gran vacio dentro de su ser, y él mismo le preguntaba... A caso crees que regalando tu cuerpo encontrarás felicidad? A caso crees que ese hombre sólo quiere acostarse contigo para llegar a algo algún día?

- El se contestaba: En realidad sólo te ve como su centro de placer, el centro de belleza donde se puede vaciar, todo te hace reverdecer, pero en realidad cuando te das cuenta, sólo te quedan pedazos de infelicidad, pedazos de placer envueltos en un capote llamado soledad.